viernes, 21 de octubre de 2011

EL GEN DE LA OBESIDAD

Como me entusiasmaba el significado épico de todo ello, Dani me mostró una gotita de una sustancia translúcida que, según me dijo, estaba constituida por algunos millones de moléculas del ADN que estaba examinando.
«¿Este es el aspecto que tiene el ADN?», pregunté.
«Así es», respondió muy contenta. «Es asqueroso,
¿verdad?»

El ADN que Dani y sus colaboradores estaban examinando procedía de un grupo de sujetos de un estudio sobre la obesidad. Estaban analizando el ADN con la esperanza de encontrar una anomalía común a los obesos, una que no se hallara en el ADN de las personas que no son obesas. Un descubrimiento como ese podría señalar un gen causante de la obesidad humana, o al menos uno que contribuya a ella.
La búsqueda exigía un sinfín de análisis de ADN.
En esto consiste la tediosa tarea de realizar un mapa genético. Trabajos similares –todos en busca de genes relacionados con problemas de la conducta, como la adicción, la depresión y la agresión violenta– se están llevando a cabo en cientos de laboratorios de todo el mundo.
[…] 
Muchos podrían considerar que estar obeso no es una urgencia médica, desde luego no es tan terrible como padecer fibrosis quística o la enfermedad de Huntington. Sin embargo, es un rasgo excelente para la investigación genética por cuanto la dolencia se reconoce y diagnostica fácilmente, a diferencia de otros rasgos, como la depresión o el alcoholismo, que se presentan de varias formas. Es fácil encontrar personas obesas que quieran colaborar, ya que a menudo detestan su estado y anhelan encontrar un remedio. El objetivo final no es una solución para la obesidad, aunque esto encontraría muy buena acogida, sino más bien desentrañar los misterios de la función de los genes.
 […]
Price lleva diez años investigando la obesidad, cuatro de ellos trazando el mapa del ADN, y se siente optimista porque un descubrimiento reciente le ha acercado más a su objetivo. «No es que sea una conquista importante», me dijo cuando lo visité en su despacho, «pero es la clase de adelanto que nos hace seguir viniendo a trabajar cada día».
En noviembre de 1994, Price y su grupo temieron que se les habían adelantado cuando un equipo del Instituto Rockefeller de Nueva York, que también investigaba la obesidad, anunció que había encontrado un gen en ratones que estaba directamente ligado a ella. El gen es la base de un mecanismo de señales que comunica al cerebro del ratón cuando ha ingerido suficiente comida. Cuando el gen funciona correctamente, y después de que un ratón haya consumido el suficiente alimento, inicia una cadena bioquímica de acontecimientos que culmina cuando el cerebro informa al ratón que ya no tiene más hambre, que deje de comer. En ciertos ratones este gen no funciona y el resultado es la obesidad.
  WILLIAM WRIGHT, Así nacemos. Editorial Taurus

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